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Un misterioso agujero financiero en el corazón de uno de los retailers más importantes de Brasil, enfrenta a bancos y multimillonarios.
Con su aburrida iluminación fluorescente y su mezcolanza de confitería, productos de cuidado personal y electrónica barata, las tiendas Americanas son un elemento básico de las avenidas brasileñas que rara vez despierta mucho entusiasmo.
Sin embargo, desde el mes pasado, un escándalo contable multimillonario en el centenario retailer se ha apoderado del Brasil corporativo, implicando a algunos de los hombres más ricos del país y desatando amargas recriminaciones y acusaciones de fraude.
“Para mí, está claro que hubo fraude”, afirmó Daniel Gerber, abogado que representa a 20 accionistas minoritarios de Americanas, que en enero solicitó la protección por quiebra tras evaporarse su tesorería. La empresa, con sede en Río de Janeiro, declaró deudas por valor de 41.000 millones de reales (u$s 8000 millones).
“El fraude fue malicioso. Fue un procedimiento orquestado y aceptado por todos los implicados y que generó fantásticos beneficios para el reparto de bonos durante años”.
A pesar de la ira de los inversores, gran parte del caso sigue sin aclararse, y los investigadores, reguladores y accionistas intentan ahora reconstruir lo sucedido y cómo llegó exactamente la empresa a informar de “incoherencias” contables por valor de más de 20.000 millones de reales (u$s 3900 millones).
Con muchos accionistas enfrentándose a enormes pérdidas y decenas de miles de empleados con un futuro incierto, ya se está apuntando al consejo de administración de la empresa, al comité de auditoría y al auditor -PwC- por su papel en la crisis.
“Ciertamente, el consejo falló en cierta medida. Debería haber utilizado su poder para poder investigar más. Para que algo así haya sucedido a esta escala, durante tanto tiempo, mucha gente debe haberlo sabido”, dijo André Pimentel, socio director de la Performa Partners, que participó en una reestructuración anterior de Americanas.
Fábio Coelho, presidente de la Asociación de Inversores del Mercado de Capitales, dijo: “Deberíamos buscar respuestas de aquellos directamente implicados en la aprobación de los documentos contables”.
“Si pensamos que se trata de un fraude y todos los indicios apuntan en esta dirección, deberíamos hacer preguntas a la empresa auditora y al comité de auditoría de Americanas”.
PwC, que firmó la última serie completa de cuentas de Americanas en 2021, declinó hacer comentarios sobre cualquier aspecto del caso, incluidas las acusaciones de fraude.
En respuesta a todas las alegaciones de fraude y a las acusaciones de que su consejo y su comité de auditoría habían fallado, Americanas dijo que su consejo había “creado, tan pronto como tuvo conocimiento del caso, un comité independiente que está investigando los hechos con total autonomía”.
Añadió que “todos sus órganos [incluidos el consejo y los comités] están trabajando conjuntamente con el objetivo de mantener las operaciones adecuadamente y apoyar el trabajo del comité independiente”.
El escándalo surgió cuando, tras sólo dos semanas en el cargo, el CEO Sérgio Rial reveló un agujero multimillonario en las cuentas de la empresa y renunció de inmediato.
El precio de las acciones se desplomó y la empresa se vio envuelta en una amarga lucha con sus acreedores, entre ellos el Banco Bradesco y el banco de inversiones BTG Pactual, al que un tribunal de Río de Janeiro había prohibido embargar activos.
En respuesta, los abogados de BTG lanzaron una ofensiva contra los tres mayores accionistas de la empresa: los multimillonarios Jorge Paulo Lemann, Marcel Telles y Carlos Alberto Sicupira.
Los hombres, que poseen el 31% de Americanas, habían sido “atrapados con las manos en la masa”, afirmó BTG en una presentación judicial.
Tras dos semanas de silencio -y días después de que Americanas solicitara la protección por quiebra- los hombres publicaron una nota en la que afirmaban que nunca habían tenido conocimiento de ningún problema contable en la empresa y que nunca apoyarían tales “maniobras”.
El trío, fundador del grupo de inversión 3G Capital (que no tiene nada que ver con Americanas), destacó que el minorista había contratado a una de las firmas de auditoría independiente “más respetadas del mundo, PwC”.
Sin embargo, los analistas creen que el escándalo empañará la reputación de estos hombres como líderes de las empresas brasileñas.
“Plantea dudas sobre los tres multimillonarios. ¿Podrían estar haciendo algo así en Kraft Heinz [propiedad de 3G Capital] y otras empresas?”, dijo Geraldo Affonso Ferreira, presidente del consejo asesor de la gestora de activos ESH Capital y activista de gobierno corporativo.
El trío no respondió a una petición de más comentarios cuando se le preguntó sobre esto o sobre las acusaciones de fraude malintencionado.
Pimentel añadió: “Todo el mundo en el mercado siempre dudó en plantear preguntas sobre Americanas y sus ejecutivos, principalmente porque tenían este trío de accionistas de renombre”.
Aunque los hechos aún se están esclareciendo -con la Comisión de Valores Mobiliarios (CVM) brasileña iniciando múltiples investigaciones- parecería, de lo que la empresa y Rial han dicho públicamente, que la “irregularidad” contable se derivó de una operación habitual entre los minoristas brasileños.
Los bancos, como BTG o Bradesco, pagaban a los proveedores de Americanas por adelantado, y la empresa era luego responsable del reembolso de estos préstamos, incluido el pago de intereses.
Sin embargo, estas transacciones de intereses fueron camufladas eficazmente por la empresa, que no las clasificó como deudas financieras. Analistas y accionistas minoritarios consideran que esta práctica, que se tradujo en mayores beneficios, se prolongó durante años.
Fundada en 1929, Americanas, que registró pérdidas por u$s 40 millones en el tercer trimestre del año pasado, fue considerada durante mucho tiempo una empresa poco interesante. Aunque el precio de sus acciones se disparó durante la pandemia debido a sus ofertas de comercio electrónico, en los últimos años la marca se ha visto comparada desfavorablemente con su competidora Magazine Luiza, más sensible a las cuestiones sociales.
Las acciones han caído alrededor de un 85% desde que estalló el escándalo.
“La CVM debe investigar no sólo a la dirección, sino también a los accionistas de referencia, a los auditores y a los bancos acreedores, que, aunque no fuera intencionadamente, ayudaron a estructurar lo que algunos llaman el mayor fraude de la historia de los mercados de capitales brasileños”, afirmó Felipe Pontes, director general de Economatica, una plataforma de datos financieros.
Señaló que el año pasado la empresa aprobó más de 300 millones de reales en dividendos, diciendo en ese momento que no afectaría a su posición de deuda.
“Esto no incluye las bonificaciones que se distribuyeron -la compensación total rozó los u$s 1000 millones a los consejeros en los últimos años- basadas en cifras completamente falsas”, añadió. Para Affonso y otros activistas de gobierno corporativo, el escándalo demostró la necesidad de reforzar las capacidades de la CVM que, como muchos organismos gubernamentales brasileños, se ha visto afectada por fuertes recortes presupuestarios en los últimos años.
También fue un recordatorio para los grandes inversores institucionales y los gestores de activos de sus deberes de administración, añadió.
La CVM afirmó que si se descubre alguna ilegalidad “cada uno de los responsables podrá ser debidamente responsabilizado con el rigor de la ley y en la medida en que sea aplicable”.
Muchos esperan que las investigaciones de la CVM sobre Americanas se prolonguen durante meses, sino años, y pocos inversores minoristas tienen esperanzas de poder recuperar mucho. El pequeño accionista Rafael Ferri declaró que había formado un grupo con otras 3000 personas para estudiar su “mejor alternativa legal [porque] recuperar en los tribunales en Brasil es difícil”.
Por ahora, las 3500 tiendas de Americanas siguen abiertas, pero las perspectivas de la empresa parecen cada vez más sombrías. Pocos analistas son optimistas sobre su capacidad para reestructurarse adecuadamente y muchos prevén que tendrá dificultades para obtener financiación tras el escándalo.
Gerber, el abogado que representa a 20 accionistas minoritarios, dijo que solicitó que los fiscales congelen los activos de todas las personas involucradas en el escándalo.
“Cuando nos enfrentamos a una pérdida de 20.000 millones de reales que se convierten en 43.000 millones [en caso de quiebra], no veo cómo no podemos responsabilizar a todos y cada uno de los ciudadanos que controlaban las cuentas de la empresa”, añadió.
Publicado em El Cronista (https://www.cronista.com/financial-times/lojas-americanas-el-lehman-brothers-brasileno-que-sacude-a-bancos-y-empresarios)